En la ducha las sirenas se dicen secretos…

Esta ducha de pobre no me deja verte como eres. 
Desde la silla del comedor que está frente al baño, después de desayunar la consabida fruta y la lechecita de linaza que el médico te ha recomendado y yo he adoptado como dieta por si acaso, ahí sentada me quedo viendo esa puerta opaca, cortina de humo denso que ensordece el sonido del agua cayendo. Suena a aguacero, a tempestad cuando cae el chorro con toda su fuerza sobre tu gorro de baño que te hace ver como la abuelita de Caperucita (no sé si antes de que fuera lobo). Me pongo a correr entre los charcos que van quedando de la tempestad que arma tu cabeza plástica y me olvido de tu gorro; cierro los ojos, pongo de banda sonora una canción gringa de los ochentas, no, cambio la música, mejor Norah Jones y con la música me invento la cascada en que te bañas. 
Tras la opacidad blanca de las puertas que me encierran en esta casa mientras te zambulles en la libertad del agua, alcanzo a percibir la silueta oscura de tu cuerpo; te quedas enjabonándote un seno, cierro lo ojos, ha desaparecido el jabón y ahora sonríes mientras me miras y juegas con tus senos, los escondes y los dejas a la vista, el agua cae… otra vez se me nubla la vista. El gato pasa lento y se pone a acariciarse con mis piernas, él también te ha visto… ¿serás gata y no lo he notado? No, los gatos, casi siempre, le huyen al agua, por lo menos eso decía mi abuela. 
Una lluviecita nostálgica resuena en la casa; has desaparecido, estamos el gato y yo, la puerta opaca se vuelve ventana, allá afuera el mundo vive, allá la gente se moja cuando llueve, también hace sol y se ríen y trabajan y hablan, fuman, hay buses y bicicletas; hoy hay lluvia, mientras aquí dentro no sucede nada, el tiempo se detiene, nada se mueve, Norah Jones canta y Joaquín rompe el silencio con el roce de su rabo en mi pijama.
El agua sigue cayendo; tu silueta ha vuelto a aparecer y con ella la ventana ha regresado convertida en puerta opaca. ¿Dónde has estado, bandida? Has dejado la ducha abierta para que yo no pudiera escuchar tus pasos cautelosos mientras te alejabas; esa puerta te hace de cómplice y al tiempo que me distrae te permite alejarte a susurrar no sé qué secretos que el agua disimula.
En tu silueta te ocultas y no sé ya a dónde miras, con quien ríes, los detalles de tu cuerpo.
Otra vez un aguacero, pronto se vuelve llovizna, ¿tendré que prohibirte los baños sin mí? ¿harás que clausure la ducha?
Cesa la caída del agua, la puerta se corre y sale la artista que hace la venia a su público mientras recoge la toalla que estaba en el suelo; aplaudo, sonrío, has vuelto, tu cuerpo de diosa griega envuelto en traje de material moderno surge acompañado del vapor que va al cielo… lloverá de nuevo. 
15.01.10

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s