
Sale a recibirla a la puerta. Se abrazan, beso en ambas mejillas, sonrisas de oreja a oreja. Los cuatro tacones, tic-tac, tic-tac, por el corredor de entrada hasta la cocina.
—Me encanta cómo te queda ese color de labial, Isa —le dice, recorriéndole con los dedos un mechón de pelo ondulado y castaño.
—Llevo un tiempo usándolo, me gusta porque no es melcochudo y no se cae fácil —le responde la amiga, sonriendo —a ti te quedaría muy bien, Tati…
—¡No, gorda, olvídalo! Ese color va bien con tu piel bronceada, yo con esta blancura me vería como puta de cabaret —le dice mientras se señala a sí misma con las dos manos.
—¡Ay, Tati! Tú nunca te verías como puta, o por lo menos no como cabaretera… si acaso llegas a prepago y de las caras.
Ambas se ríen, las carcajadas suenan a rebuzno intenso mientras las dos mandan…
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Maravilloso. Cruel. Te hace reír y llorar. Lo mejor: te pones de parte de la asesina. Tremendo. Felicidades, escritora
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Gracias, Paula… de escritora a escritora. …Los peligros del té.
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